dissabte, 30 de gener del 2016

¿QUÉ HACER CUÁNDO COMPITO? Y, QUÉ HACER CON PITO... 

NO ME GUSTA PERDER NI AL PARCHÍS
La cuestión sobre si la escuela y sus educadores deben enseñar a los niños a competir o si la competición es o no estigmatizante me parece secundaria. Máxime cuando para iniciar una carrera, superar una entrevista de trabajo o aprobar una oposición, debemos clasificarnos por encima de los demás, mostrar que nuestra valía es superior a la del resto. La pregunta no es si debemos enseñar o no a los niños a competir. La verdadera cuestión es si la escuela debe enseñar a competir de otra manera.

A estos afamados deportistas les oímos declarar con frecuencia "
A mí no me gusta perder ni al parchís". ¿Qué esconde esta frase? ¿Su disposición al esfuerzo y al aprendizaje continuo para ser mejores, o la voluntad de ganar a cualquier precio? Ayrton Senna dijo "el segundo es el primero de los perdedores", Juan Pablo Montoya: "yo vine a la Fórmula 1 a ganar no a ser parte de la profesión". Esa filosofía de "el éxito no lo es todo: es lo único", la glorificación del: "lo importante no es participar es ganar, vencer a cualquier precio"  ¿Es la que comparte la escuela?La sociedad tiene sus propios mitos, los crea y los devora a la misma velocidad. Los más reconocibles son los triunfadores, las personas exitosas y competitivas que saben abrirse paso en sus profesiones, en muchos casos ignorando las más elementales normas y formas. Entre los mitos más reconocidos están los deportistas, jóvenes y triunfadores conocidos por doquier por personas de toda condición o edad. Mitos que, con sus declaraciones, acciones u omisiones (incluyendo peinados y tatuajes) generan tendencia, transmiten valores que más tarde replican niños de todo el planeta. ¿Cuántas veces hemos visto a un chaval celebrando un gol haciendo el corazón de Bale, besándose el anillo como Raúl o llevándose el dedo índice a los labios para acallar a sus hipotéticos detractores?

¿Debe la educación física enseñar a los niños a ganar y a perder al parchís? Me pregunto si los educadores físicos, cuando introducimos la competición como práctica pedagógica debemos hablar simplemente del resultado o debemos contemplar también los principios, las cuestiones éticas, los valores y actitudes como el esfuerzo, el respecto o la honestidad. No olvidemos que somos cómo vivimos, como conducimos, como trabajamos o como competimos.
La competición y sus efectos colaterales (victoria-fracaso) son un fantástico retrato del género humano. Dime cómo compites o cómo digieres el éxito o la derrota y te diré cómo eres.
Los educadores sabemos que el mundo, aunque es un lugar amable, sigue siendo hostil, un escenario en el que para conseguir un éxito deportivo o profesional, hay que saber competir, saber superar obstáculos, eliminatorias para lograr el premio, llámese victoria deportiva, puesto de trabajo o cargo relevante a nivel político, religioso o mediático. La vida es un escenario para el disfrute pero también para la lucha por eso la escuela debe enseñar a los niños a cooperar pero también debe enseñar a integrarse en un mundo competitivo, debe enseñarlos a luchar.
Somos los educadores los que tenemos la responsabilidad de establecer las condiciones en las que se debe competir para que la competición sea un instrumento educativo y no una experiencia esterilizante.
Sin duda los niños deben aprender a trabajar en equipo, a cooperar, pero también deben aprender a competir, a superar retos, a vencer obstáculos y problemas. Los educadores físicos tenemos que determinar las condiciones en las que se compite, ayudar a que los niños aprendan a digerir sus éxitos y a gestionar de manera constructiva sus derrotas. La competición no debe plantearse bajo la tradicional disyuntiva: "éxito-fracaso", los niños deben aprender a canalizar e el "gano-pierdo" pues ambos son elementos relativos y circunstanciales. Basta con saber modificar las circunstancias para que los términos se inviertan.
El debate no consiste en plantearnos si los niños deben aprender a competir. La cuestión es cómo revertir la ideología de la competición deportiva por los valores de la competición educativa, aquella que está cargada de valores individuales y colectivos: respeto, autosuperación, juego limpio, conductas éticas, participación y esfuerzo, etc.
Es probable que según crecemos nos volvamos más escépticos, menos inocentes, aunque por fortuna el día a día nos regala motivos para la esperanza y gestos admirables. A uno de estos sucesos hermosos ambientado en el deporte de competición me voy a referir.


-Caso real-

Fernández Anaya y Abel Mutai (2012)
El 2 de diciembre de 2012, Iván Fernández Anaya, atleta vitoriano de 24 años, se negó a ganar el cross de Burlada, en Navarra. “No merecía ganarlo. Hice lo que tenía que hacer”, dice Fernández Anaya, quien, cuando iba segundo, bastante distanciado del primero, en la última recta de la carrera, observó cómo el seguro ganador, el keniano Abel Mutai (un medallista olímpico) se equivocaba de línea de meta y se paraba una decena de metros antes de la pancarta. Fernández Anaya le alcanzó con rapidez, pero en vez de aprovechar la situación para acelerar y ganar, se quedó a su espalda y con gestos y casi empujándole le llevó hasta la meta, dejándole pasar por delante. “Él era el justo vencedor. Me sacaba una distancia que ya no podía haber superado si no se equivoca. Desde que vi que se paraba sabía que no iba a pasarle”.
Este es un ejemplo de lo que puede trasmitir el deporte, de los valores que puede aportar la competición interpretada con fair play. El reverso de este mismo hecho y del mismo deporte lo protagonizó su entrenador en Campeón europeo y mundial de maratón Martín Fiz“Yo no lo habría hecho” dijo, y añadió: “Fue un gesto de honradez muy bueno, un gesto de los que ya no se hacen. Mejor dicho, un gesto de los que nunca se han hecho. Un gesto que yo mismo no habría tenido. Yo sí que me habría aprovechado para ganar”. Contaba Fiz que el detalle le honraba a su pupilo. “El gesto le ha hecho ser mejor persona pero no mejor atleta. Ha desaprovechado una ocasión. Ganar te hace siempre más atleta. Se sale siempre a ganar. Hay que salir a ganar”.
Te participo amigo/a lector que al leer las manifestaciones de pupilo y entrenador me asaltó una duda: ¿de verdad pertenecen a la misma especie estas dos personas? Indudablemente sí, aunque les distingue la coraza ético-deportiva con la que se adornan. Por supuesto que es legítimo (y deseable) querer competir y ganar, competir es luchar contra uno mismo, contra los demás y voluntad de vencer a la adversidad o derribar barreras.
Obviamente cuando competimos debemos "salir a ganar": pero no a cualquier precio.
Creo en el valor trasformador de la buena educación y que a través de la educación física podemos hacer buenas las sencillas e inspiradores palabras que aquellos días de pronunció Fernández Anaya: “En los tiempos que corren, vienen bien gestos de honradez”; pienso que necesitamos educar apoyar actitudes Iván, Fernandizar la sociedad y la escuela, Anayizar a nuestros alumnos.
Enseñemos a los niños a competir pero recordemos que somos educadores y no entrenadores, que la escuela no es un club, es una institución educativa, que nuestro oficio -como mantiene R. Velázquez- "no trata de ayudar a que las personas sean mejores jugadores, sino que sean mejores personas a través del juego deportivo”. 
Cada vez estoy más convencido que los educadores físicos debemos construir un proyecto, un ambicioso y potente proyecto cargado de valores puesto al servicio de los niños, de sus intereses.  Contamos con los mimbres, el deporte y el juego, para sacarlo adelante, pues ambos bien gestionados constituyen escenario de oportunidades para EDUCAR (en mayúsculas). Para conseguirlo se deben diferenciar las voces de los ecos, la competición educativa de la competición deportiva, e intentar cambiar la cultura del éxito por el éxito de la cultura; que entiende que se puede ganar sin llegar el primero, que solo podemos ser auténticos vencedores si cuando ganamos los demás también ganan (se divierten, juegan, progresan, aprenden). 
Hace falta trasmitir a los estudiantes otra cultura de la vida y de la competición, la escuela debe redefinir el concepto de "éxito" y de "fracaso", matizar listones darwinianos, porque toda derrota no es necesariamente un fracaso, también puede ser en un trampolín.
Sinceramente creo que para alcanzar el éxito deportivo, personal, social o profesional no necesitamos hacer cosas extraordinarias. Basta con hacer cosas ordinarias extraordinariamente bien, basta con saber luchar de forma limpia, continua y valiente. 


22 comentaris:

  1. En primer lugar, argumentándolo desde mi punto de opinión pienso que la escuela sí que debería enseñar a competir, pero eso sí, desde otro punto de vista.

    Podemos ver que hemos sido educados a lo largo de toda nuestra vida a base de competición, a base de saber quién es el mejor y quién está por encima de quién.

    El ejemplo más significativo es el nuestro, el del master, ya que estamos aquí en parte por la nota que hemos obtenido. Lo mismo pasa o un formato similar tiene las oposiciones (a parte está los méritos, pero se accede por nota).

    El caso, es que todo se centra a una nota, a un número. ¿La educación equivale a un número? Así nos lo han hecho entender los que están al cargo del ‘’mando educativo’’.

    Creo que no estamos por la labor de quejarnos cuando escuchamos a un niño decir ‘’ no me gusta ni perder al parchís’’, ya que no hemos hecho nada para impedir este tipo de educación, una educación dirigida o más orientada de forma militar (1, 2, 3, etc.) y en potenciar al buen alumnado y ‘desprestigiar’, si se me permite utilizar esta expresión, al alumnado. Es como un símil al capitalismo. El alumno que destaca va a seguir destacando (ya que será premiado), y el alumnado con mayores necesidades será el que se quede atrás (el que no progrese), para que se entienda.

    Quiero destacar algo del texto leído anteriormente; ‘’la competición como práctica pedagógica debemos hablar simplemente del resultado o debemos contemplar también los principios, las cuestiones éticas, los valores y actitudes como el esfuerzo, el respecto o la honestidad. No olvidemos que somos cómo vivimos, como conducimos, como trabajamos o como competimos’’.

    Ese sería el kit de la cuestión, pero, ¿se enseña así realmente?, ¿No hemos visto muchas veces que el alumno es ridiculizado por su baja nota o peor nota? Entonces esto que el texto comenta (que es lo que debería ser), no deja de ser una utopía.

    Creo que los alumnos deben de aprender a competir desde una dirección cooperativa y no solo eso, sino que también es importante que aprendan a competir TENIENDO EN CUENTA LA EDAD, LA MADUREZ DE LOS NIÑOS, debe de ir relacionado como un instrumento educativo, como he dicho antes desde un punto de vista cooperativo de respeto hacia las otras personas, otros compañeros, otras culturas.

    Pero bien es cierto que la historia sobre esto ha hecho mucho daño y realmente la competición se ve desde dos puntos de vista, éxito o fracaso. Cuando realmente no debería ser así. La competición se debería aplicar para ser mejor persona, para superarse a uno mismo y no a los demás, para jugar con tus compañeros y disfrutar de ello (en caso de los niños), ya que muchas de las riñas ocasionadas entre iguales vienen a partir de eso, por la competición.

    Destaco también por último, la frase del texto ''ganar te hace ser mejor atleta''... Ahí os lo dejo para que reflexionéis a partir de mi crítica y opinión.




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  2. M'agrada molt frase en la que ha començat el meu company Sergio Torres "Podemos ver que hemos sido educados a lo largo de toda nuestra vida a base de competición, a base de saber quién es el mejor y quién está por encima de quién".
    I és que com bé diu vivim dins d'una ampolla capitalista on regna per damunt de tot la competició. Sovint podem observar com es mouen els diferents mercats tractant de guanyar-se un lloc al més alt de l'escaló competint unes empreses amb altres per adquirir més capacitat economica.
    A això és contagia fins a tot els àmbits de la nostra societat, fent que que la competició regne per damunt de tot.
    Però com bé diu el text, l'escola ha de tindre un paper fonamental en la competició i mitjançant l'educació física es pot traure molt de suc amb les pràctiques dins de les nostres classes.
    Ningú ha dit de llevar la competició de les nostres classes, sinó ensenyar i saber com digerir la victòria o la derrota serà molt ùtil per als nostres alumnes ja que en un futur hauran de competir per tot dins d'una societat marcada per aquest fet.
    Per davant tenim una fita molt gran, marcada pels estereotips del món de l'esport, on s'atribueix l'èxit a les victories generant malestar social amb la discriminació.
    Crec que no sols hauriem d'ensenyar a "guanyar i perdre" sinó també, predisposar a l'alumne a aquestos fets i poc a poc endinsar-los en el món de la competició, ja que com he dit abans serà una constant dins de la seua vida.

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  3. Bajo mi punto de vista no creo que el mundo actual esté tan inspirado en la competición como han hecho referencia algunos de mis compañeros, creo que el mundo poco a poco ha ido evolucionando hacia una vertiente más realista. Las personas no se basan solamente en que sus proyectos o trabajos sean los mejores, ya que competir, bajo mi punto de vista y según definiciones, es luchar y rivalizar entre sí varias personas por el logro de algún fin, sino en que sirvan para algo y ofrecer un “servicio” a la sociedad.

    Es cierto, que en muchos aspectos, como es el hecho de unas oposiciones o en general en el mundo del deporte, se compite de alguna forma, ya que, luchas por un fin determinado y tienes que estar por "encima de los demás" para conseguirlo; aunque también creo que cada vez más se está dando menos valor al aspecto de "ser triunfador y soy mejor que..." y se ha pasado a "ser triunfador porque he conseguido unos objetivos que me he propuesto anteriormente".

    Aunque sí que es cierto que temas de competición, como muchos otros temas, son inherentes a las clases de educación física, ya que, muchas actividades se basan en la competición y en la rivalidad. Aunque, la competición en sí, no creo que sea perjudicial ni mala para el ser humano, pero como siempre, es el sentido doble que le han dado las personas a ganar o a perder, así como las asociaciones que se han producido a los términos de vencedor y perdedor, los que pueden hacer de este hecho algo perjudicial.

    La competición en sí puede ser una herramienta educativa y para la vida muy potente y rica en muchos matices.

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  4. Considere la competició com un factor necessari, ja que és el que fa que la gent s'esforce per ser millor cada dia. El problema és que moltes vegades en lloc de tractar de ser millor un mateix, s'intenta que l'altre sigue pitjor o fracasse fent trampes o enganyant i és aquí quan es convertix en alguna cosa perjudicial. El desig de guanyar, de competir, fa que utilitzem tots els nostres recursos per millorar i desenvolupar el millor d'un mateix.

    La competició és perjudicial quan únicament vull destacar dels demes per damunt de tot, en lloc d'intentar ser millor persona, aprenent dels models que admire i als que vull semblar-me. L'objectiu hauria de ser competir amb un mateix, créixer, ser cada dia millor, aconseguir millors resultats i superar els meus temors i la meva por al fracàs, aprofitant al màxim els meus talents i les meves capacitats.

    L'important és que darrere de tota competició hi hagi uns sòlids valors morals, que posen l'accent en el respecte, la cooperació i l'ajuda mútua. Ja des de la infància als xiquets els agrade jugar i guanyar, però han d'aprendre a suportar perdre i a ser humils i respectuosos amb els seus companys de joc. El xiquet, igual que l'adult, gaudeix del joc i del desafiament però no es tracta únicament de guanyar o perdre sinó de compartir un espai i un temps en el qual posar en pràctica les habilitats adquirides i de passar-ho bé fent una cosa que m'agrada i em motiva.

    En definitiva, crec que la competició pot fer grans aportacions en el camp de la educació i és necessari que l’aprofitem per desenvolupar actituds de les persones que inciten a l’esforç. Però ha de ser una competició sana que no prioritze el guanyar per damunt de totes les demés coses.

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  5. Creo que la competición es una tendencia que tienen todos los niños, todos quieren ganar y poder sobresalir en algo sobre el resto de los compañeros, pero creo que este pensamiento de los niños ya desde pequeños es debido a la sociedad en la que se encuentran, ya que en nuestra sociedad en todos los ámbitos está presente la competición entre nosotros; incluso en la universidad, en la que compites con los compañeros por sacar más nota etc.

    Como futura profesora de Educación Física creo que deberíamos basar nuestra metodología en la la teoría de las metas de logro (Nicholls, 1989), en la que las actividades pueden estar orientadas hacia el Ego o hacia la Tarea.

    Las actividades que están orientadas hacia el Ego están enfocadas hacia el éxito propio frente a los demás, o sea fomentando la competición y rivalidad entre los compañeros, mientras que las actividades enfocadas hacia la Tarea encuentran el éxito en el progreso personal. De este modo, los alumnos percibirán el deporte y la actividad física como una actividad que fortalecerá la capacidad de cooperación, la responsabilidad social y la motivación intrínseca. La orientación hacia la tarea, fomentará un clima motivacional alto entre los alumnos, ya que tienen que superarse ellos mismos y no competir por superar a sus compañeros. Aparecerá un patrón de conductas adaptativas de satisfacción, interés, aprendizaje cooperativo, mejora personal, aumento de la participación, compromiso deportivo y continuidad en la práctica física.

    Concluyendo, creo que los docentes deberíamos enfocar la mayoría de las actividades hacia la Tarea, aunque no veo mal que haya un poco de competición en algunas actividades, siempre que los alumnos no se sobrepasen y sea una competición sana.

    Nicholls, J.G (1989). Teoría de las metas de logro. Cambridge, MA: Harvard University Press.

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  6. La competición en la escuela, un debate que ya surgió en una clase de Didáctica de la Educación Física durante mi etapa en el grado de educación primaria y que daba lugar a opiniones muy diversas. Encontrábamos a personas que pensaban que no había que introducir la competición de ninguna manera en la escuela, en mi opinión un punto de vista que se aleja de la realidad del niño o niña; otros defendían la introducción de la competición en edades escolares altas, llegando a la secundaria, para que de esta manera la maduración del alumnado fuera la adecuada para asumir derrotas y comportarse ante las victorias; y yo, soy de las que defendió que cuanto antes empieces a trabajar esta competencia mejor, ¿por qué?

    La primera razón es que si nos negásemos a introducir la competición estaríamos cayendo en una utopía educativa que solo duraría el tiempo que nuestros alumnos nos tuvieran como docentes. La educación también es competición, a veces con otros y siempre contigo mismo.

    Además, pienso que hacerlo de forma temprana es una ventaja para el alumnado, ya que los valores se aprehenden desde pequeños y cuanto más tarde se introduzca este aspecto de la vida, más les costará adaptarse a las nuevas demandas que implica saber ganar y perder. Por otro lado, ¿quién te asegura que fuera de la escuela no están ya compitiendo? Y por tanto, ¿crees que alguien está interviniendo en canalizar sus derrotas o victorias, o por el contrario están construyendo ya unos valores ante la competición que pueden ser inadecuados?

    Por todo lo anterior, creo que la competición debería incluirse desde edades tempranas en la escuela. El docente es el encargado de que los niños reflexionen sobre ella y que se den cuenta de que el esfuerzo y entrenamiento continuo tienen sus frutos, que la mayoría de veces en grupo se consiguen mejores resultados que individualmente y que el comportamiento que adoptan las personas ante la competición es un indicador de los valores que rigen a cada individuo.

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  7. Este fue uno de los documentos o temas que tratamos en el Grado de Magisterio de Primaria en Educación Física y, como entrenadora de gimnasia rítmica que soy, he de decir que para que el deporte sea promotor del desarrollo de valores, hay que poner una especial intención en ello. Son los responsables de ese deporte, los entrenadores, quienes hacen de él un contexto apropiado o no para el desarrollo de valores de sus practicantes.

    Es evidente que cada día son más frecuentes las prácticas deportivas que se olvidan de los valores positivos y se centran en resaltar la vanidad personal, el deseo codicioso de victoria, la intolerancia, el odio a los rivales, y otros aspectos sobradamente conocidos. El problema está en que a la vez que nos encontramos con entrenadores que se esfuerzan por extender las manifestaciones del juego limpio y la deportividad, otros, por el contrario, consideran que el deporte es así y que lo único que hace es mostrar los valores dominantes en cada sociedad, llegando a considerar las faltas al comportamiento ético como una parte más de la estrategia del juego.

    Todos aquellos maestros-entrenadores saben perfectamente cuál es su función y cuáles son sus deberes. Su formación, tanto de los cursos de entrenadores como de la carrera de Magisterio, hace que estas personas lleven por bandera actuar con integridad en el cumplimiento de sus obligaciones, el ser respetuoso con los compañeros, fomentar los principios de la deportividad, tener presente que la mayoría de los niños juegan para divertirse, recordar la necesidad del respeto a los adversarios, repartir las oportunidades de juego entre todos los jugadores, alabar los buenos comportamientos deportivos y dar un buen ejemplo de conducta a sus deportistas.

    Gracias a la formación que yo he recibido, he aprendido la gran variedad de técnicas o estrategias que han sido tomadas del contexto educativo general y que se aplican en el contexto deportivo para desarrollar las actitudes positivas y valores de los deportistas. Algunas de ellas son la inculcación de valores, el desarrollo del razonamiento moral (mediante la discusión de dilemas) o el establecimiento de normas consensuadas, y tanto como maestra y como entrenadora pienso que son la mejor forma de enseñar a jóvenes deportistas a amar su deporte.

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  8. Pienso que la escuela ha de enseñar a competir. En la escuela nos han de enseñar cosas útiles para el día a día, y la competición es una de ellas. La vida, desde que nacemos hasta que morimos, es una competición. Hemos de trabajar todos los días, esforzarnos para obtener unos resultados que a veces nos benefician y otras veces no tanto. Por eso en la escuela nos han de enseñar a competir, y competir no significa ganar, competir significa luchar por un objetivo. Ese objetivo después se puede conseguir o no, pero nosotros hemos de luchar y esforzarnos por conseguirlo, porque la vida es una continua lucha por conseguir lo que se quiere. Ahora bien, la escuela también nos ha de concienciar que ese objetivo se puede conseguir o no, porque aparte de nosotros hay mucha gente más que también va a competir por el mismo objetivo. Ahí es cuando la escuela puede emplear un papel importante desde mi punto de vista; puede enseñar a ganar y a perder y puede sacar muchas cosas positivas de las derrotas. El ser derrotado también es competir, sobre todo si a esa derrota la sigue un esfuerzo por mejorar los errores que nos han alejado del éxito tratando de mejorar para poder conseguir el objetivo propuesto.

    Lo bueno de la competición es que se pueden hacer muchas reflexiones al final. Y la escuela tiene con la competición un gran abanico de posibilidades de reflexión según los resultados de la competición. Hemos de reflexionar si la victoria ha sido merecida y por qué; si la victoria no ha sido merecida y por qué; y con la derrota lo mismo. Por este camino es por el que pienso que es buena la competición en la escuela, haciendo una buena reflexión sobre las cosas que se hicieron bien y mal y por qué contrastándolo con los resultados. En este apartado es en el que debemos de reforzar los valores que nos da la Educación Física como el compañerismo, el esfuerzo, el respeto de las normas… y saber y concienciar que sin el uso correcto de estos valores nunca podremos competir.

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  9. PART1

    Vegent tot el que s’ha dit fins ara, per part dels meus companys, crec que la meua opinió distarà en prou mesura dels arguments i raons que acompanyen al fet de com enfocar la competició a l’àmbit educatiu.

    Pense que l’argument que molts dels meus companys defenen, al voltant de la necessitat de contemplar la competició com un contingut important dins de l’educació en general, i per suposat, dins de la nostra assignatura, dista prou de la realitat. La idea de defensar la competició basant-se en una suposada realitat social del món en el que vivim, en el qual, has de saber competir, per tindre èxit, i sobreviure, forma part, d’alguna manera, del passat.

    Indubtablement, no es pot reduir la magnitud de les coses sobre les quals gira el món al fet de saber competir o no, doncs vivim en un món en el qual les expectatives formades per la societat cap a l’agent individual, i el col·lectiu que aquest forma, no responen en cap cas a característiques similars. Si bé, una cosa és clara: els objectius personals, i professionals que una persona configura al llarg de la seua vida, poden estar marcats pel fet de ser un “triomfador”, o no, en alguns casos, però en cap moment serà objecte absolut que explique la raó del funcionament de la vida de les persones. Crec que la societat actual transmet un missatge sobre la individualitat i les característiques de les persones amb “èxit”, que no responen a les característiques veritables de l’actualitat. El món ha canviat, i no podem seguir basant els arguments per defendre la competició dins l’educació, pel fet de viure en un suposat món hostil i ple de reptes per a sobreviure, o no aconseguir-ho.

    Baix el meu punt de vista, hi ha qualitats que dotaran de major preparació per a la vida, d’una rellevància substancialment major, que el fet de saber ser millor que la resta. Entenent aquesta major preparació cap a la vida no a l’hora de ser una persona amb majors possibilitats d’èxit professional o acadèmic, sinó més bé, cap a l’autodefinició satisfactòria d’u mateix, que permeta aconseguir les metes veritablement importants en la vida: tindre una forma de vida satisfactòria, treballar i interessar-se per allò que realment volem fer, etc.

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  10. PART 2

    La funció bàsica de l’educació, en general, hauria de ser, doncs, ensenyar als alumnes a orientar les seues vides cap a l’interès real, que ha de configurar el seu propi ser. És a dir, els alumnes han d’aprendre que han d’estudiar i esforçar-se, cap a l’enfocament de trobar una satisfacció personal, i un aprenentatge continu, i no sols una diferenciació dels seus companys, amb recompenses, cap a uns, i càstigs cap a altres. Els sistemes d’avaluació empleats en el nostre sistema educatiu serien, òbviament, estarien baix una sospita evident de ser, seguint aquesta idea, radicalment inútils. La societat actual no demanda campions individuals. Més bé, busca persones que sàpiguen conviure amb harmonia, amb alts índexs de creativitat, i capacitat de treball en grup. Per suposat, sent un requisit indispensable, baix el meu punt de vista, trobem la capacitat de les persones d’interessar-se pels continguts al seu abast, i de fer una recerca de nous aprenentatges, orientats no cap a la supremacia respecte de la resta del col·lectiu o competidors, sinó cap a una millora personal, amb la finalitat última d’aprendre.

    Per tractar de concloure amb la meua idea, crec que no s’ha de contemplar la vida com una competició. Tal vegada, aquesta idea tingué un principi raonable, en un temps passat, i on realment aquest fet podia permetre al ser humà ser feliç, o no ser-ho. Aquesta també és una reflexió a la qual tothom hem de fer front en algun moment de la nostra vida, i sobre la qual és necessari reflexionar, en cada moment: allò que faig m’apropa més cap allò que vull fer, i ser? Les meues accions responen als meus desitjos, o a les necessitats de la societat, que m’ha inculcat aquests valors sota els quals estic edificant la meua vida? En funció d’aquests principis, hem d’educar a les noves generacions, que àvides de nous aprenentatges, i amb interessos diferents i propis nascuts en ells mateixos, voldran saber respondre a situacions que els porten a ser allò que volen ser.

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  12. De acuerdo con mi compañero Martí Puchades, no estoy de acuerdo en contemplar la vida como una competición ni mucho menos en la escuela.

    Deberíamos preguntarnos, ¿Competir o ser competente?

    La cuestión tiene que ser planteada y abordada ‘desde’ y ‘en’ el ámbito educativo: ¿Se educa para ser competitivos o para ser competentes? La respuesta, sin duda, no es neutra en sus efectos. Cada colegio debe responderla desde su Ideario o desde su filosofía educativa.

    En definitiva, creo que debemos inculcar unos valores para formar personas maduras en la vida, trabajando en E.F la competición pero con respeto y sabiéndola controlar.

    -Pablo Alfayate Bullón-

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  13. Yo no opino que la competición sea mala, siempre y cuando esté llevada con consciencia y con control.

    Pienso que la competición puede desarrollar un factor motivacional capaz de impulsar al alumnado a superar situaciones que ni ellos mismo se veían siendo capaces de solventar con éxito.

    Bien es cierto, que la competición fomenta una serie de valores, (paralelos a las sensaciones que pueda despertar en cada uno), que sí es cierto que no van muy de la mano con los que a mi me gustaría infundir en mis futuras clases como docente.
    Estos son: la rivalidad, el odio, querer ganar a toda costa, “anti-compañerismo”, y hay quien incluso excusa la inocencia de los niños como motivo principal para tener que alejarnos lo máximo posible de la competición.

    Cosa que me hace retomar mi introducción. Creo que en su cierta medida y control, todo puede ser aplicable, y satisfactorio.
    “Se trata de buscar en el manzano de fruta podrida, la manzana que sigue roja."

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  14. Me ha resultado chocante la frase de Martin Fiz cuando habla sobre el gesto que tuvo Anaya durante su carrera y que este gesto le hizo mejor ser mejor persona pero no mejor atleta. Ha hecho que me centre en esta frase porque en mi opinión, es totalmente al contrario, es decir, el gesto que tuvo, no le hizo ser mejor persona, porque ese gesto lo tienes si ya tienes unos valores tales como el compañerismo, el saber ganar y perder y tener claro que no vale ganar a toda costa, sino que en las competiciones gana el mejor, y no el oportunista o el que busca la trampa. Sin embargo, este gesto sí que le convirtió en mejor atleta, no a nivel físico, pero sí en cuanto que mucha gente vio ese gesto y sintió que esto es lo que verdaderamente hace grande a un deportista e hizo plantearse a muchas personas lo mal que se hace en otros momentos o en otras disciplinas deportivas.

    Aunque al final solo quede en una simple anécdota porque los resultados acaban sobreponiéndose a cualquier otro aspecto de las competiciones, a nosotros, los educadores, no sirve para mostrar a los alumnos o a nuestros deportistas, estos valores tan importantes que debemos transmitir cuando realizamos competiciones, ya sea a nivel escolar o en otros ámbitos. Es por ello que pienso, que sí es importante educar en la competición y sobre la competición, porque como bien han comentado mis compañeros, durante la vida se van a encontrar con muchas situaciones en las que van a tener que competir, contra sí mismos, y contra otros, por lo que tener unos valores y saber enfrentarse a esas situaciones es clave. Además, muchos de ellos participaran en competiciones fuera de las aulas, donde es probable que se anteponga el ganar por encima de cualquier otra cosa, por lo que, desde mi punto de vista, en Educación Física, sí que se debe poner énfasis en la enseñanza de la competición, y dar visibilidad a los valores que rodean a la competición, y sobre todo, hacer ver a los alumnos que no todo vale para ganar, y que es importante tener unos valores éticos cuando se compite.

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  15. Como bien cita el texto y diversos compañeros, la Educación Física en los últimos años ha dejado a un lado la práctica competitiva en busca de una metodología más cooperativa. A través de este tipo de metodología se fomenta la adquisición de valores para la vida pero también se distancia a los niños de la situación real, de lo que sucede en el día a día fuera de la escuela. Se puede decir que apartar la competición de la Educación Física hace tener una visión utópica de la realidad porque la sociedad actual exige en cierta medida una actitud competitiva bien para la consecución de un puesto de trabajo o bien por cualquier otra razón.

    Está claro que si se introduce la competición en el ámbito escolar esta debe ser dirigida y controlada por el docente, el cual jugará un rol fundamental dado que la competición también conlleva valores negativos. El profesor deberá saber enfocar la competición para que los niños la utilicen únicamente como un incentivo más en su proceso de aprendizaje y así que de este modo la adquisición de nuevos conocimientos o destrezas motrices no resulten monótonas y aburridas como se produce en ciertas ocasiones. A los niños habrá que enseñarlos a que ganar al otro equipo no es el único fin, sino que hay otros fines asociados como son el respeto de las normas o el respeto a los compañeros.

    En definitiva, no se debería de eliminar la competición de la práctica deportiva en la escuela. Hay que incluirla de la forma más satisfactoria y beneficiosa posible. Con ello no se pretende decir que haya que incluirla diariamente pero sí como alternativa en la enseñanza ya que ayuda al niño a aprender de una forma distinta. Además, la competición lleva consigo el desarrollo de competencias como la iniciativa personal.

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  16. En primer lugar, en cuanto a si la competitividad y competición son buenas o malas, en mi opinión, estos dos conceptos no tienen porque verse desde una perspectiva negativa, puesto que el hecho de que en una persona o en un niño (llevándolo al contexto de las clases en colegios e institutos) exista ese afán de competir y ser el mejor, puede hacerle esforzarse al máximo en conseguir ese objetivo que se ha propuesto y dar todo de sí mismo para conseguir ese fin.

    Desde mi opinión, los profesionales de la educación, ya sea escolar o extraescolar, las familias, etc., debemos de instruir a los niños para llevarles al máximo beneficio de la competición, intentando que no vean que por ser el que mayor rendimiento ha obtenido o mayor cualificación, son mejor que el resto, sino centrar su mentalidad en que el beneficio de la competición está en el esfuerzo y en el progreso desde el inicio al final de su camino hacia el objetivo, y que esa competición en primer lugar es contra él mismo, superando sus cualidades, sus limitaciones y adversidades o sus dificultades en general, para llegar a obtener ese premio al que aspira.

    Finalmente, desde mi punto de vista, no creo que la competición sea mala, siempre que el implicado sepa aunar los valores competitivos con los de la deportividad y como ya he dicho antes, de intentar lo primero competir contra sí mismo y superar sus límites, es ahí donde cobra importancia nuestro papel como educadores para saberles llevar por el camino correcto hacia sus objetivos.

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  17. El tema de la competició és rellevant en el nostre àmbit educatiu, ja que en la infància, igual que en la vida adulta està ple de competència. Així que lo més destacable d’aquest debat seria parlar sobre com ensenyar als xiquets a competir. En el meu cas, tinc experiència de treballar en xiquets que competeixen en tenis a nivell regional, i de vegades aquesta competència els pot arribar a estresar i més si també es troven els pares que no els ensenyen a competir adequadament. Hem de tindre en compte que els xiquets competeixen per a que els altres vegen tot el que son capaços d’aconseguir. Competeixen en l’escola diàriament per obtindre millors calificacions, competeixen en esports o competeixen en altres camps, però no n’hi ha res de roí en competir mentre es fomente sempre una competència sana.

    Si nosaltres, com a futurs docents d’educació física ensenyem als xiquets a competir adequadament, ells podran vore que el treball en equip i els valors son imprescindibles per a poder fer-ho correctament. La competència també pot ensenyar valioses leccions al voltant de la deportivitat, la importància de preparar-se per a tindre èxit en allò que es fa i lo important que es seguir una disciplina i uns valors.

    Per últim, m’agradaria comentar un factor clau en l’entorn competitiu del xiquet: els pares. S’ha de tindre en compte que en la competència sana no existeix en cap momento pares que griten als seus fills en un partit perquè no ho fan com ells esperaven, pares que tracten de viure a través dels seus fills la seua frustració de no haver sigut més en la vida, pares que tristement es decepcionen després d’una competició si el seu fill no ha sigut el primer ignorant lo més important: el seu fill va fer tot el possible. Nosltres, tenim la responsabilitat també d’actuar per a controlar i corregir totes aquestes situacions.

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  18. Tras leer el texto y las opiniones de mis compañeros me pregunto qué es aquello que realmente es adecuado para llevar un buen proceso de enseñanza-aprendizaje en nuestros alumnos. ¿Es bueno fomentar la competitividad o debemos omitirla?

    Bajo mi punto de vista, es bueno trabajar la competitividad en la escuela puesto que de esta manera los alumnos y las alumnas sabrán sobreponerse cuando se les presente un fracaso a lo largo de sus vidas. Además, creo que es importante enseñar a nuestro alumnado a luchar por aquello que cada uno quiere, es decir perseverar, persistir. Por ejemplo, durante la vida de estudiante, éste se encontrará en diversas situaciones y dilemas: ¿estudiar formación profesional?, ¿estudiar una carrera?, ¡no he obtenido suficiente nota para cursar la carrera que me gusta!, etc. En estas circunstancias existirá una competencia con sus compañeros y debe aprender a superar fracasos y a buscar estrategias para conseguir su objetivo final. Por ello, pienso que la competición como herramienta educativa puede ser muy rica y eficaz para preparar para la vida diaria.

    Por otro lado, considero que el docente debe fomentar una competitividad “sana” y debe utilizar sesiones con metodología cooperativa con el fin de promover, entre otras, las relaciones interpersonales y la motivación intrínseca. El profesor, además, debe utilizar un modelo inclusivo e integral, no puede dejar de lado al alumnado que lleva un ritmo más lento.

    En definitiva, creo que es muy importante que el profesorado utilice la metodología que mejor se adecúe a la sesión a realizar, procurando que el alumnado adquiera diferentes valores y capacidades que les ayudarán en el presente y futuro de sus vidas. Creo que la existencia de un balance equitativo de las distintas metodologías proporcionará que el alumnado consiga disfrutar de un clima motivacional alto que promueva la participación, el interés y el compromiso.

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  19. Como ha comentado mi compañero Jose Manuel Palomares, no deben de verse estos conceptos desde una perspectiva negativa. Desde mi punto de vista, ser competitivo e inculcar esa filosofía bien encaminada puede producir un efecto beneficioso en los alumnos, ya que si dejamos de lado el factor ganar a los demás y el factor fracaso por no hacerlo( es el principal problema de la competición mal enfocada), el ser competitivo te ayuda a mejorar, te ayuda a buscar tus limites, a conocer el esfuerzo, la responsabilidad, etc. Creo que cada uno debe de ser competitivo consigo mismo, buscando siempre lo mejor que puede dar cada uno, y esto no solo es valido en el deporte, sino en la vida en general.
    El problema hoy en día es que se asocia la competición al rechazo al fracaso, en vez de enfocar esa competición y esa competitividad a enseñar a tolerar ese fracaso ya que todo el mundo a lo largo de su vida vive situaciones que debemos de ser capaz de superarlas y seguir adelante.

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  20. En tu excelente artículo te preguntas si debe la educación física enseñar a ganar y a perder. En mi opinión, tan importante o más, es saber perder como saber ganar. Cuando ganamos, ya recibimos la recompensa intrínseca de la victoria. Saber perder es mucho más difícil y por lo tanto más necesario. No se trata de que no nos importe ganar, se trata de conseguir que la derrota genere emociones positivas para aumentar la motivación, el impulso de superación y la perseverancia. Si no sabemos perder, la derrota produce desánimo, enfado, pasividad y abandono. En la práctica educativa hay que enseñar a gestionar los éxitos y sobre todo los fracasos.

    Es aquí cuando encontramos inevitablemente con el término “Resilencia”. En la actualidad los investigadores están de acuerdo en definir la resiliencia como una habilidad individual para mantener, relativamente estable, los niveles de funcionamiento y competencia de la salud física y psicológica, o experimentar una adaptación positiva una vez ha pasado la exposición a una adversidad significativa (Luthar y Cichetti, 2000). Así, los sujetos con un nivel alto de resiliencia se adaptarán con más éxito a un evento estresante con respecto a aquellos otros con niveles bajos (García Secades, 2014).

    Se capaces de generar emociones positivas de la derrota, será fundamental para poder trabajar y aumentar la resiliencia de nuestros alumnos, aspecto fundamental para su adolescencia y para su futura vida adulta.

    García Secades, X.; Molinero, O.; Ruíz Barquín, R.; Salguero, A.; De la Vega, R. y Márquez,S. (2014). La resiliencia en el deporte: fundamentos teóricos, instrumentos de evaluación y revisión de la literatura, 14,3, 83-98.

    Luthar, S. S. y Cicchetti, D. (2000). The construct of resilience: Implications for interventions and social policies. Development and Psychopathology, 12, 857-885.

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  21. Me parece un post muy interesante, pues el tema de la competición aparece constantemente en relación con nuestra asignatura. En mi opinión, como ya han constatado algunos de mis compañeros, la escuela sí debería enseñar a competir.

    La competición es un aspecto del juego y el deporte, pero también de nuestra vida diaria. Todo se rige por el que mejores resultados obtiene, aquel con mejores notas, mejor currículum, mejores marcas… y eso nos lleva a querer ser los mejores con el objetivo de poder conseguir aquello que queremos. Sin embargo, esta competitividad se puede llevar por caminos muy distintos.

    Por una parte, encontramos el camino que escogen las primeras citas que escribe nuestro compañero Sergio, sobre grandes deportistas que piensan que el primero es el único que cuenta. Por otra parte, encontramos el ejemplo del caso real en el que un deportista se niega a quedar primero por un error del que iba por delante de él.

    En mi opinión es más respetable el segundo caso. Ya no solo por no querer ganar “con trampas”, a lo que muchos pensarán “pues yo lo hubiera hecho”, sino por las actitudes que transmite, de deportividad, respeto al rival u honestidad. Esto es lo que se ha de transmitir en la escuela, lo que se ha de enseñar y fomentar en las aulas. Está muy bien ser el primero, ser el mejor, pero es mucho mejor si además de eso respetas a tus rivales, les ayudas, no te burlas de su derrota...

    La escuela ha de enseñar a competir, ha de enseñar a saber ganar y a saber perder. No creo que sea beneficioso quitar o evitar la competición, pues la vida es una competición. Hay que enseñar a los niños a aceptar sus derrotas y sus victorias, a aprender de sus errores, a no conformarse con lo que sea, a luchar y esforzarse por lo que quieren, porque se aprende mucho de la victoria, pero más de la derrota. Hemos de fomentar la deportividad, la honestidad, el compañerismo, el esfuerzo, la perseverancia y todo eso es “sencillo” fomentarlo a través de la Educación Física.

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