Gorra, pito y crono Versus Educación Física
Decir que, esta noticia, de la cual estuvimos hablando y tratando en clase, una sesión en IDIIE, en la sala de informática. Me resultó muy curioso y, por eso, es que escojo esta noticia, para que, a partir de aquí, podamos debatir y reflexionar acerca de este artículo.
Este artículo de Barahona, J.Díaz (2015): ´´Gorro, pito y crono Versus Educación Física'' Valencia.
A partir de esta noticia escogida, daré mi opinión sobre la misma.
Dice así (...)
Me aventuro con la siguiente afirmación:
mientras que la mayoría de nosotros conoce a personajes Gasol, Nadal, Bolt,
Michael Phels o Serena Williams, no tiene la más remota idea de quien es Haroche, David J. Wineland, Mo Yan, Yamanaka, Lefkowitz o Kobilka. Los
primeros, has acertado, son populares deportistas, los segundos, un elitista
grupo de anónimos profesionales con menor salario y relevancia mediática; a
pesar de ser las mentes más brillantes de la literatura, la medicina, la
química, la física o la economía -todos ellos han sido galardonados con el
premio Nobel (2012)- personas que con su trabajo salvan vidas o contribuyen a
nuestro bienestar.

“Nuestro oficio no
trata de ayudar a que las personas sean
mejores jugadores, sino que sean
mejores personas
a través del juego deportivo”. R. Velázquez.
|
¡Tremenda e ilustradora asimetría! Pero es
lo que hay. Lo he comprobado cuando he viajado al extranjero y he revelado mi
nacionalidad. En numerosas ocasiones me han preguntado por el FC Barcelona o
por Casillas, pero nadie se ha interesado por el insigne Machado o por el Dr.
Ramón y Cajal: porque obviamente no los conocen. Y en tono de humor propongo:
¡Llevemos a nuestros hijos a los estadios, vaciemos las facultades!
Hago estas analogías para
mostrar como el deporte constituye uno de los grandes fenómenos (mediáticos
sociales, culturales, económicos o políticos) con los que podemos identificar
el mundo actual. El deporte es una referencia ineludible cuando tratamos de
comprender cómo es la sociedad actual, pues como decía Cagigal J.M.
(1981), "vivimos en una sociedad deportivizada" . No se congregan multimillonarias audiencias
para escuchar un discurso económico, político o una tertulia literaria. Sí las
registran un mundial de fútbol, unos Juegos Olímpicos o el desenlace de la
Super Bowl.
Puesto que el sistema educativo es fiel reflejo de la
sociedad donde se ubica, se justifica la enorme influencia de los deportes en
los sistemas educativos de España y el resto Europa; se explica que la
enseñanza deportiva –junto con la condición física- haya sidoconsiderado como
el contenido estrella, la marca emblemática por la que
se ha identificado la educación física.
Sin embargo Deporte y Educación no
tienen por qué conjugarse, es más, en ocasiones representan realidades
antagónicas. El deporte no es
necesariamente una práctica educativa. No hay más que ver los casos recientes
de doping del mejor ciclista de la historia (de gran campeón a gran
tramposo, que ha reconocido: "me dopaba para ganar a cualquier precio [...] mi cóctel era EPO y
testosterona") o los casos de apuestas fraudulentas en el fútbol. Tampoco las imágenes violentas, xenófobas o los episodios racistas que recogen los medios de comunicación cada fin de semana, resultan
muy edificantes o educativas.
Sin embargo hemos de ser justos y
reconocer que el deporte es una moneda de -al menos- dos caras, una muy
valiosa y otra carente de valor pedagógico. Hay que decir que deporte per
se no es ni bueno ni malo: es el contexto el que va a determinar su
carácter. Puede desarrollar tanto el “espíritu de equipo” como engendrar el
“espíritu individualista”, educar el “respeto a la norma”, como el “sentido de
la trampa”. Desarrollar la empatía hacía el otro o despertar un odio furibundo
al rival. Es necesario pues, determinar unas condiciones didácticas en su
práctica que nos permitan convertirlo en un producto educativo.
Este carácter bipolar del deporte nos
obliga a tomar una posición profesional y moral sobre algunas cuestiones:
¿todas las prácticas deportivas son saludables y promueven valores positivos?,
¿es el deporte un instrumento educativo fuente de bienestar, o una
práctica segregadora, elitista y excluyente?
¿Se debe adaptar el deporte al niño y a la
escuela,
o el niño y la escuela al deporte?
Como vemos hacen falta respuestas,
argumentos que hagan del deporte escolar una herramienta formativa y no un
escenario de vivencias personales y académicas negativas.
A ello vamos a dedicar las siguientes
reflexiones que partiendo de unas consideraciones retrospectivas.
El deporte escolar tiene su origen
en las “Public Schools” inglesas, introducido por Thomas
Arnold (1828)[1]; esas
prácticas agonísticas eran la forma anglosajona de interpretar la
Educación Física. A lo largo del siglo XX se ha introducido en nuestro
país (llegó con la IIª República gracias a la Institución Libre de
Enseñanza y se confirma en práctica dominante durante el segundo tercio del
siglo XX, el deporte se convirtió en la actividad física por excelencia en las
aulas de Educación Física) siendo hoy día elementos curricular básico. Al
tratarse de un fenómeno diverso, dinámico y cambiante, resulta difícil de
acotar con precisión. ¿Tiene algo que ver el boxeo con la gimnasia
rítmica, el ajedrez con la maratón?, ¿la natación con el montañismo?
¿Corresponde al mismo universo práxico el fútbol practicado en el patio de un
colegio o jugado en el Camp Nou?
Estas cuestiones evidencian que el deporte es un concepto polisémico,
que alude a realidades diferentes. Por ello es más apropiado hablar de
deportes (en plural) que de deporte (singular); cuando lo adjetivamos, sabemos
con mayor precisión a que realidad estamos mirando. Cuando decimos deporte
educativo, deporte competitivo, deporte adaptado, deporte de aventura o
deporte educativo, somos más conscientes de la realidad aludida. Y
Ahora vienen otras dudas relevantes: de las formas en las que puede
metamorfosearse la práctica deportiva ¿cuál tiene cabida en la escuela? ¿Los
educadores físicos debemos apostar deporte educativo o educación
deportiva?
¿Debemos
educar para el deporte o a través del juego
deportivo?
Muchos profesionales ya han resuelto
estas cuestiones: lo propio es utilizar el deporte como una práctica educativa
cuyo leitmotiv sea el desarrollo integral de los
educandos, una apuesta clara por utilizar el deporte como un instrumento subyugado
a intereses educativos. Sin embargo existen otras sensibilidades profesionales,
todavía muy enraizadas, que apuestan por una enseñanza deportiva pura -y a
veces dura- que tome como referencia el deporte de competición, siendo el bien
más preciado el rendimiento deportivo.
El deporte dice Cagigal “es una escuela para la vida" porque
reproduce a
menor escala lo que es la vida, es un microcosmos amable que nos educa
a través del juego.
Para ilustrar mi posición sobre el tema quisiera hacer una respetuosa
aportación. Mientras que ningún padre entendería -por caricaturesco y
absurdo- que el profesor de literatura de su hijo intentara convertirlo en
un gran escritor, el de música en un insigne compositor (en lugar de
desarrollar su cultura y sensibilidad musical), o el de plástica, formarlo como
pintor y escultor: ¿por qué algunos educadores físicos se empeñan en tratar a
sus alumnos como a deportistas? ¿Se sienten más entrenadores que educadores?
¿Por qué sus clases parecen minientrenamientos? Y por elevación me cuestiono lo
siguiente: ¿por qué cada vez que los deportistas españoles cosechan menos
medallas en unos JJOO, el Ministro de Educación de turno (curiosamente de
cultura y deportes) dirige su mirada a la escuela?
¿Debemos
ser centros de alto rendimiento educativo o centros de alto
rendimiento deportivo? ¿Acaso
deben ser los colegios e institutos un vivero de campeones?
Una muestra que ilustra cierto
desenfoque de lo que debe ser la educación física la dio otra colega Ministra
(no la del Confeti como la llaman maliciosamente algunos), la de Sanidad. Dijo
que, puesto que la obesidad se considera una pandemia (OMS), iba a recomendar
que en los centros educativos se practicara una hora diaria de ejercicio físico
(5 a la semana). Pronto surgieron las mentes irónicas de algunos colegas que ya
se veían gestionando la materia como suerte de asignatura quema-calorías o terapia
masiva de adelgazamiento. Trabajar para ver amigos y colegas de profesión.
Deseo acabar mis
reflexiones citando a Denzil Crum, toda una
institución en el báquet universitario norteamericano, un entrenador con
pedigrí educador que dice: "Para un entrenador, el resultado final
no se lee en puntos a favor o puntos en contra. Se lee con el número de hombres
y mujeres que has sabido formar de tantos jóvenes jugadores. Y éste es un
resultado que ningún periódico, estadística o libro de récords publicará nunca.
Éste es el resultado que uno se lee a sí mismo, cuando el último partido
acaba".
Nuestra valía como
profesores no se debería medir por el número personas que hemos enseñado a
jugar a baloncesto o fútbol, sino por las veces que, utilizando este deporte,
hemos ayudado a formar personas.